Hoy recordé que no tengo enemigos.
Entonces tal vez debería comenzar disculpándome ...
Pero no creo que ese sea el caso.
Disculparse es decir que estaba equivocado y hay errores en el entendimieto.
Si entiendo hoy, todo lo que hemos hecho nos ha traído aquí.
No se puede reparar el pasado, y el único camino a seguir es adelante, ¡así que lo que está hecho, está hecho!
Lo que importa es que hoy me di cuenta de que no tengo enemigos, y de hecho, nunca los tuve. Siempre hemos estado luchando por las mismas cosas, cada una respaldada por sus verdades. Absortos y alienados en nuestros propios miedos, nos volvimos uno contra el otro, sin darnos cuenta de que estábamos buscando las mismas cosas: Paz, Amor, Felicidad.
El ser humano tiene la increíble costumbre de no decir lo que quiere: habla de todo, excepto de lo que su corazón calla.
Con eso, Paz, Amor y Felicidad se enmascararon con muchos nombres, etiquetas, ideologías, banderas ...
Aún así, todas las batallas son para los mismos objetivos, al menos, no he oído hablar de nadie que luche por otra cosa que no sea Paz, Amor y Felicidad como su propósito previsto.
(Incluso escucho las voces del inconsciente y sus sombras diciendo: "Pero ...")
¡sin pero!
Porque hoy sé que no tengo enemigos, y tú tampoco los tiene.
Siempre hemos sido aliados (quizás los más leales), ya que nos incitamos mutuamente a seguir buscando, cuando, cansados, tratamos de acomodarnos con algo más o menos.
Al final, esta tal de "felicidad" realmente sabe cómo esconderse.
Y fue entonces cuando pude ver que no éramos enemigos, porque "él" era simplemente la tercera persona del singular, una indicación para cualquier otra persona, objeto o cosa que no era "yo" ni "tú".
Porque tú y yo tenemos una relación, pero "él" ... oh, él es otra historia.
Esto cuando hablamos en singular, porque és solamente la primera persona en plural pronunciarse, que "nosotros" volvemos a encontrarnos.
Con eso, pude ver que estamos juntos, porque lo que amo, lo llevo conmigo, incluso sin querer, incluso si la vida o la muerte nos separan, todavía lo seguimos.
Entonces, me pregunté, ¿si no somos enemigos, dónde está Armonía?
Y, he aquí, escucho a su traviesa risa de niña: sí, allí estaba, en casa, jugando a las escondidas con Paz, Amor y Felicidad (esos tres rara vez están separados).
¿Y de qué otra manera sería?
Escondiéndose, dentro de casa, dentro de mí, mientras yo miraba al mundo buscándolos ...
Nadie los robó, ni los lastimó, estaban donde siempre estuvieron, ¡fui yo quien no estaba allí!
De esta manera, hoy entiendo que nunca tuvimos enemigos, pero aún debemos estar atentos. Sin escuchar a nadie, Harmonia sigue escondiéndose, inquebrantable, llena, sonriendo.
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